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Discurso de la Rectora de la UNAE, Dra. Nadia Czeraniuk – DHC 2020

discurso de la rectora DHC 2020

En la noche del martes 17 de noviembre de 2020, la Universidad Autónoma de Encarnación (UNAE) tuvo el honor de realizar el acto de investidura con el grado de Doctor Honoris Causa a Fátima Mereles Haydar, por sus amplios méritos en aras de la investigación y el desarrollo científico nacional e internacional.

Discurso de la Rectora de la UNAE, Dra. Nadia Czeraniuk

El año 2020 fue declarado el “Año Iberoamericano de la Cultura Científica” por la asociación sin fines de lucro “Formación IB” de Caliz, España.

Nuestra institución, la Universidad Autónoma de Encarnación, mediante su Centro de Investigación y Documentación, se adhirió a la declaración por Resolución de Consejo Superior de Gobierno, entendiendo como Burke, que la ciencia y la tecnología suponen a la sociedad actual un “soporte vital”, ya que la construcción de la sociedad y, por defecto, la construcción social de todo conocimiento conceptual, procedimental y actitudinal que sirve para “racionalizar el mundo” en el sentido weberiano, tiene una legitimización científica.

Otorgamos en el año 2020, declarado “Año Iberoamericano de la Cultura Científica” este reconocimiento Doctorado Honoris Causa, a la más destacada científica del Paraguay actual: FÁTIMA MERELES HAYDAR. Poniendo en valor la ciencia, la investigación y la cultura científica como derecho de las personas. Entendiendo la cultura científica como ese conjunto mínimo de conocimientos no especializados que permiten desarrollar un juicio crítico sobre las mismas y que idealmente debería disfrutar cualquier persona que haya participado de procesos educativos.

Como parte del soporte vital, relacionado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aparecen el crecimiento económico, el cuidado medioambiental y el desarrollo social, que si bien tienen que ver con la disponibilidad de recursos materiales y humanos, Jaider Vega, filósofo y docente de la Cátedra Ciencia Tecnología y Sociedad (cátedra CTS) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), considera que el valor agregado está en la “capacidad de los pueblos para generar, difundir y aplicar conocimientos, dando lugar a la generación de políticas y estrategias de desarrollo focalizadas en el fortalecimiento de las capacidades científicas y tecnológicas para estimular los procesos de innovación”.

En el fortalecimiento de las capacidades científicas y tecnológicas actualmente tiene un papel relevante el CONACYT, (institución que ha tenido a la Dra. Mereles como presidente interina en el 2009) de no tan longeva existencia si miramos los años que tiene la historia del conocimiento, la historia de la ciencia y hasta los años de superación de la dictadura en Paraguay. La ciencia se venía haciendo, también en el Paraguay, pero la ciencia requiere de institucionalización, de políticas y de recursos. Por eso, debemos preguntarnos sobre cómo se hacía ciencia antes de la creación del CONACYT, quiénes hacían ciencia o cómo se accedía a recursos, tanto humanos como económicos.

Tal es el caso de lo que hallamos en algunos proyectos sencillos, pero ilustradores como fue el caso de “Encarnación: identidad e interculturalidad” ejecutado por nuestra profesora, la Dra. Erika Zuiderwyk en nuestra institución formadora de docentes, el Instituto Superior de Educación Divina Esperanza; suponemos que si Encarnación fue una ciudad que acogió a muchos migrantes, de variados estratos económicos y niveles educativos, con distintos perfiles sociales, a lo largo de Paraguay se replicó la situación, razón por la cual tuvimos la dicha de acceder a académicos de altísimo nivel que migraron a nuestras tierras, que nos apadrinaron, nos acompañaron y nos acompañan hasta estos días. No puedo evitar recordar a Moisés Santiago Bertoni, su hazaña de migrar a Paraguay, de crear una laboriosa comunidad que conjugara, lejos de los bulliciosos centros urbanos, producción agrícola e investigación científica. Del sabio Bertoni, decía el Diario Última Hora en el 2009 “Su sabiduría forma parte de la memoria colectiva paraguaya, en un caso raro de un civil que está a la par de los héroes guerreros del país”. Uno de los científicos que más conocimientos prácticos han legado al país en toda su historia, junto al lejano, y extranjero también, Amado Bonpland, ambos contemporáneos de Rafael Barret.

La institucionalización de la Ciencia y la Tecnología primero y el reconocimiento a los investigadores nacionales, junto con las actuales políticas desarrolladas, que según palabras del actual Ministro Presidente del CONACYT durante la reciente rueda de conferencias que organizó ASOBECAL hace unos días, “están en serio riesgo para la continuidad de PROCIENCIA 2”, nos permiten que la Ciencia y la Tecnología en Paraguay haya dado un salto cuantitativo y cualitativo de cara al desarrollo nacional y su inclusión en la economía del conocimiento globalizado.

En nuestro país, si bien tenemos diversas limitaciones en cuanto a infraestructura, recursos humanos y financieros, así como formalización de la carrera del investigador cuando nos comparamos a nivel internacional, es importante destacar que aun así, contamos con artículos publicados en los mismos congresos y revistas científicas que los investigadores o estudiantes de doctorado de las más destacadas universidades del mundo.

También en materia de igualdad se deben destacar datos recientes analizados desde el Observatorio de Educación, Tecnología y Desarrollo que la UNAE tiene implementado gracias a las políticas institucionales de CONACYT y el apadrinamiento de un gran educador desde la Universidad de València, el Dr. Francesc Jesús Hernández; y es que se computan en los últimos datos disponibles en la web de CONACYT a más de 500 personas categorizadas en el sistema PRONII con 282 mujeres y a 303 hombres, es decir, un 48% de las personas categorizadas son mujeres, científicas que desarrollan su potencial y aportan al desarrollo nacional, a pesar de cualquier tipo de dificultad, o como nos comentaba la Dra. Serafini, a pesar de los costos de oportunidad.

Entre estas mujeres categorizadas que seguro superó muchas dificultades por la limitada disposición de recursos, por el hecho de ser una mujer dentro de un mundo científico y de un área científica que a lo largo de la historia solo se atribuyó el papel protagónico a los hombres, que tuvo ese empoderamiento de emprender el camino de la creación del conocimiento, entre esas mujeres valientes, se encuentra nuestra homenajeada hoy. La Dra. Fátima Mereles Haydar.

Usted Doctora es un ejemplo para cualquier mujer paraguaya y para cualquier paraguayo. De que sí se puede formar parte de la academia, de que sí se puede ser parte de la excelencia, de que sí se puede cambiar la cultura movilizándose desde posturas que nos limitan a mantenernos en un status quo hacia culturas participativas, democráticas, científicas. Su ejemplo es inspirador para jóvenes y adultos, para cualquier área del conocimiento, para cualquier persona que forme parte de esta amalgama de culturas que es Paraguay, para todos nosotros, para todo un país.

Por ello este reconocimiento, que nos horna inmensamente. Gracias a su humildad le ha permitido aceptarlo.

Sepa usted que trabajar en educación en apasionante pero muchas veces frustrante. En un medio donde la cultura, los conocimientos, la ciencia, no es valorada suficientemente. En un medio donde la calidad educativa es todavía un deseo falto de compromiso concreto. Donde las mediciones y estadísticas nos dicen que pasarán muchos años hasta que veamos el sol, cuando las evaluaciones internacionales como Pisa y Terce o nacionales, como Sneppe nos indican (datos 2019) que más del 70% de jóvenes de 15 años no comprende lo que lee, no resuelve operaciones y ya sabemos las demás limitaciones que se asocian a estas debilidades.

La educación, para nosotros, es sobre todo esperanza. No en un sentido resignado de esperar que suceda un milagro. Esperanza, optimismo, voluntad, compromiso de trabajar todos los días haciendo la mejor tarea posible. Esperanza en la juventud, población mayoritaria de Paraguay, juventud y niñez a las que nos debemos y dedicamos nuestros esfuerzos.

Por ello la elegimos. Porque usted representa el Paraguay que deseamos. El que valora la ciencia, a los investigadores, que promueve una educación de calidad en todos sus indicadores y en todos los niveles, que trabaja por la formación de los profesores, que cuida la nutrición y seguridad de sus niños, que prioriza e invierte los recursos necesarios en mejorar la situación, que estudia, que lee, que escribe, que comparte y se abre al mundo. Un Paraguay que reconoce sus limitaciones en educación y emprende políticas públicas para el desarrollo y la mejora.

Gracias Doctora Fátima por el testimonio de su vida, por sus descubrimientos en la Botánica, por el orgullo que nos dan sus cien o más publicaciones en prestigiosas revistas científicas del mundo, por todo lo que aporta a la ciencia, porque usted, igual que muchos investigadores incansables como su padrino proponente, el Dr. Yanoski, hacen que nuestro país exista en el repertorio de los repositorios científicos del mundo.

Espero, sinceramente, que se una a nuestro honorable claustro de doctores, que nos ayude en esta casi cruzada de interesar en la ciencia, de formar a nuestros estudiantes, de formar investigadores, de promover el trabajo científico autónomo y honesto. Nosotros la recibimos con tremendo aprecio, con muchas expectativas y reitero, con esperanzas….

Bienvenida a esta casa, bienvenida a la Universidad Autónoma de Encarnación. ¡Espero de corazón que se sienta a gusto!

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