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El juego busca la  diversión  y el  placer  y su  magia  es que  en ese regocijo los  niños 
desarrollan habilidades sociales que los ayudarán a ser adultos plenos, libres de depresión 
y ansiedad, además de permitirles desarrollar su mente y cuerpo. 
Los juegos implican cognición, experiencia, lenguaje y habilidades sociales. El juego 
abona en la confianza del niño, porque los niños se apropian del entorno, ya que los 
capacita para aprehender la realidad. Además, los hace conscientes del espacio-tiempo, 
los hace partícipes -protagonistas- de su realidad. 
Al  respecto  UNICEF  sostiene  que  los  niños  aprenden  de  una  manera  “práctica”,  adquieren 
conocimientos mediante la interacción lúdica con los objetos y las personas y necesitan mucha 
práctica con objetos sólidos para entender los conceptos abstractos. Por ejemplo, jugando con 
bloques geométricos entienden el concepto de que dos cuadrados pueden formar un rectángulo y 
dos triángulos pueden formar un cuadrado. Bailando según una pauta consistente en dar un paso 
adelante,  un  paso  atrás,  girar,  dar  una  palmada  y  repetir,  pueden  empezar  a  aprender  las 
características de los patrones que constituyen el fundamento de las matemáticas. Los juegos de 
simulación  o  “simbólicos”  (como  jugar  a  la  familia  o  al  mercado)  resultan  especialmente 
beneficiosos. En este tipo de juegos, los niños expresan sus ideas, pensamientos y sentimientos; 
aprenden a controlar sus emociones, a interactuar con los demás, a resolver conflictos y a adquirir 
la noción de competencia. 
El  juego  sienta  las  bases  para  el  desarrollo  de  conocimientos  y  competencias  sociales  y 
emocionales clave. A través del juego, los niños aprenden a forjar vínculos con los demás y a 
compartir, negociar y resolver conflictos, además de contribuir a su capacidad de autoafirmación. 
El juego también enseña a los niños aptitudes de liderazgo, además de a relacionarse en grupo. 
Asimismo, el juego es una herramienta natural que los niños pueden utilizar para incrementar su 
resiliencia y sus competencias de afrontamiento mientras aprenden a gestionar sus relaciones y a 
afrontar los retos sociales, además de superar sus temores, por ejemplo, representando a héroes 
de ficción (UNICEF, 2018). 
Es importante recalcar que los procesos cognitivos se organizan a través de la memoria 
como proceso de adquisición, conservación y evocación de la información. Los procesos 
cognitivos se integran por la percepción como forma de asociar información sensorial con 
la memoria y esto ayuda a formar conceptos sobre el mundo que nos rodea, es decir, nos 
ayuda a elaborar información propia para leer la realidad.  
El juego permite la reorganización de las conexiones neuronales, estimula el uso de la 
memoria y la percepción, lo que se traduce en aprendizaje. Pero, más allá de eso, el juego