Con la celeridad actual, todos los países tienen, día a día, necesidades de desarrollo económico y social que toman como base la productividad y la competitividad de los negocios. Estos negocios, los cuales han de ser sustentables, deben permitir la incursión en mercados internacionales y/o generar tecnologías que permitan sustituir importaciones, redundando en la generación de empleo calificado, el cual, a su vez, mejora las condiciones de vida de los habitantes. Por eso, impulsar el desarrollo empresarial y la creación de emprendimientos a través de la innovación y sofisticación, así como la adopción de nuevas tecnologías a partir de lo desarrollado en la academia, es clave.

Paraguay presenta unos lineamientos a seguir para el crecimiento inclusivo, el empleo, la competitividad e innovación y la regionalización y diversificación en el Plan Nacional de Desarrollo 2030. Por eso, Paraguay cuenta con la Ley  nº 5669/2016 de fomento de la cultura emprendedora, la cual tiene como objetivo “fomentar el espíritu y la cultura emprendedora en todos los estamentos educativos del país y establecer los instrumentos para llevar a cabo la investigación, desarrollo y sustentabilidad de proyectos emprendedores, creando medidas de apoyo, económicas financieras”.

Sin embargo, antes de la pandemia, el Banco Mundial (2020) alertaba de unos vaivenes en la economía paraguaya a causa de situaciones como el desempeño débil de socios comerciales como argentina y las condiciones climáticas adversas, lo que repercutía en el desempleo y subempleo. A su vez, la Encuesta Mundial de Emprendimiento (GEM, 2019/20) ubicaba a Paraguay en la última posición y el Global Innovation Index (2022) ubicaba a Paraguay en el lugar 122 de 132 en cuanto a la sofisticación de los negocios relacionada a la colaboración de las universidades con las empresas para el desarrollo de la I+D+i. Los resultados locales, como los extraídos de la Encuesta de Innovación Empresarial del Paraguay (EIEP, 2016) también da cuenta de que existen múltiples debilidades como escasez de personal calificado, dificultades en el acceso al financiamiento para el desarrollo de la innovación, así que ¿qué se puede hacer para revertir la situación?

La UNESCO (2022) reconoce el papel de las universidades para contribuir a la Agenda 2030 en favor de la sostenibilidad, así como para generar conocimiento a partir de la Ciencia y la Tecnología aplicable a los diversos contextos para innovar, llevar a cabo buenas prácticas, generar acciones de calidad, de equidad, de inclusión y que haya una apropiación social del conocimiento técnico-científico generado. Para eso, la universidad debe apostar por trabajar conjuntamente con el Estado, la Empresa y la misma Sociedad Civil (Sábato, 1990) creando relaciones capaces de transformar la realidad (Zalazar) y, en el ámbito empresarial concretamente, que permitan adquirir capacidades de innovación, de transformación aprovechando el potencial de la tecnología y ofreciendo oportunidades laborales en un contexto que presenta sus potencialidades como dan cuenta Masi et al. (2021), quienes indican que Paraguay tiene una perspectiva favorable para impulsar la innovación, el emprendimiento de base tecnológica y la incorporación de nuevas tecnologías para transformar el sistema productivo y social. Aprovechar el contexto anterior, permitirá mejorar la calidad de vida, la protección social, potenciar la formalización de las empresas, aumentar la productividad y tener un retorno positivo (Serafini, 2021). De todo esto, surge el objetivo de este Congreso.